miércoles, 11 de enero de 2012

Unamuno y Prometeo

A la roca del mundo Prometeo,
-que es de los hombres el mejor amigo-,
con divinas cadenas atado y preso,
se alimenta de penas,
y al buitre acariciando, -su castigo-,
al buitre 'Pensamiento', así le dice:
¿Qué me cuentas? ¿Qué viste allá en las nubes?
¿Tu cuello acariciando el vil Tirano
le temblaba la mano?;
¿era más suave y blanda que esta mía?...

(...)

¡No, no esos desgarrones:
come pausado, la cabeza hundida;
mira que esos tirones
me hacen desfallecer y... no te siento:
dame un lento dolor, sordo, apacible,
dame un dolor... de vida, 'Pensamiento'!

(...)

Prometeo, de Rubens

¡Dále, dále, mi buitre, sin cuidado!
¡No temas que me muera:
manjar tendrás en mí por largos siglos;
común es nuestra vida,
y en tanto me devores
se mantendrá mi vida con dolores!

(...)

Y esto, ¿se acabará? -Todo se acaba:
en la más dura peña, gota a gota
el hilo de agua su sepulcro excava
y desde el pétreo y funerario cáliz
en vapor invisible
va a derretirse el cielo.
Gota a gota mi sangre va mellando
estos férreos lazos
que Hefestos y la Fuerza remacharon;
gota a gota los roe con la herrumbre
y ha de quebrar, al fin, su pesadumbre.
¡Viva es la sangre, muertas las cadenas!;
la guardo como arroyo
de una savia perenne que en las venas
tiene su cauce estrecho.
Y vosotras, innobles ligaduras
que me surcáis el pecho,
sois sólo hierro inerte...
¡y a la larga el que vive es el más fuerte!
¡Con el jugo inmortal de sus entrañas
arrasar puede el hombre las montañas!
Y tú, verdugo, te has de hartar un día:
llegarás a las bascas y al hastío:
tupido hasta el gañote,
a la modorra abatirás tu brío,
y alicaído, lacio,
te acostarás para dormir tu hartazgo;
colchón tendrás en mí sobre esta roca
en que a merced de tus furores yazgo.
Dormirás para siempre
aquí, mi buitre, en mí, sobre tu presa,
y yo, tu pábulo hoy, seré tu huesa.
Y tú, impasible Júpiter celeste,
Razón augusta, Idea soberana,
Buitre del universo que devoras
mundos, soles y estrellas,
Tú, a quien los siglos son como las horas,
harto también un día
la cabeza almenada de centellas
doblegarás de la modorra al peso.
¡Será tu fin, el fin de tu reinado:
sobre ti manda, incontestable, el Hado!
Y... ¿después? ¿Cuando cese EL PENSAMIENTO
de regir a los mundos?

Prometeo, de Henry Fusseli

Y... ¿después?

-¡ay, ay, ay!!!, ¡no tan recio!-
¡no tan recio, mi buitre!!
¡mira que así me arrancas la conciencia!;
¡aun dentro de tu oficio, ten clemencia!

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