Poesía eres tú,
sí, pero además de apurar
el azul del cielo con tus pupilas,
¿qué sabemos de ti?
¿Qué misterio escondes en tu pecho
para que nuestro amor sea carné por puntos,
se agote y se haga verso?
¿Acaso la vida esconde tales misterios
que sin apurar su resuello
aún tenemos tiempo
de aclamar por nuestros deseos
no correspondidos?
Poesía eres tú,
pero también el silencio
hueco de las horas
y los insomnios deshojados
en noches
sin esperanza.
¿Para qué ser llama que no halla
su lugar en el don preclaro
de nuestra existencia?
¿Para qué amar si el amor nos hipoteca
de vencimientos y despojos?
¿Es el amor vida en muerte o
muerte en vida o simplemente
aceptación humilde
de los designios del destino?
Los símbolos nos puede,
la metáfora, Eurídice,
el encendido fuego en que me quemo,
la realidad virtual, el onanismo gratuito.
Sí, poesía eres tú, Eurídice,
pero bésame antes de caer en el olvido
y no me des el pésame
por el amor que no me diste
en noches de cama
a polvo revertido.
(De Los infiernos de Orfeo, 2010)
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