Maldito el arte de la astrología
que forja el crimen que no hubiera sido,
y fuerza al hombre al acto establecido,
tratando de evitar la profecía.
¡Qué fatídico y lúgubre aquel día
en que el siervo salvó, compadecido,
la frágil vida del recién nacido,
iniciando tragedia tan sombría.
Sin conocerlo, asesiné a mi padre,
dando así cumplimiento a la amenaza
que nunca comprendí que iba conmigo.
Y sin saberlo, mancillé a mi madre...
¿Por qué no lo evitasteis, ciega raza
de incompetentes dioses? ¡Yo os maldigo!
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