Amor constante más allá de la muerte.
Cerrar podrá mis ojos la postreraSombra que me llevare el blanco día,Y podrá desatar esta alma míaHora a su afán ansioso lisonjera;
Mas no, de esotra parte, en la ribera, Dejará la memoria, en donde ardía:Nadar sabe mi llama el agua fría, Y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido, Venas que humor a tanto fuego han dado,Medulas que han gloriosamente ardido:
Su cuerpo dejará no su cuidado;Serán ceniza, mas tendrá sentido;Polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco De Quevedo (1580-1645)
jueves, 4 de marzo de 2010
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